La jornada empezó viendo como griegos y romanos utilizaban las descargas del pez torpedo para tratar el dolor de cabeza. De los peces saltaron a las ranas y al experimento de Galvani, su pelea con Volta y la invención de la pila eléctrica.


Continuaron hablando de la electricidad que genera el corazón y de cómo los médicos pueden medirla gracias a los aparatos que diseñamos los ingenieros.


Después del corazón le tocó el turno a los músculos, con un experimento en el que se genera electricidad con cualquier movimiento.


Aprovecharon también para escuchar el sonido de los músculos y hacer un pequeño campeonato de fuerza usando un dinamómetro electrónico en el que participaron desde el más grande al más pequeño. Para acabar la mañana, construyeron una pila de Volta con dos monedas y un poco de papel, compitiendo a ver quién conseguía más voltaje con la ayuda de un voltímetro electrónico. Los niños pudieron ver cómo funcionan y para que se usan los electrodos y que información le proporcionan al médico, "y yo me llevé una de las mejores sensaciones que he tenido nunca en clase", asegura Joaquín Roca, que se ha mostrado agradecido por la experiencia: "Gracias a Ingeniosanos por darme esta oportunidad; a Tomás, Mónica y Clara por acompañarme con el cariño con el que lo hicieron y a esos pequeños inventores por enseñarme que, de una pila, además de voltios, se pueden sacar muchas risas. ¡Prometo volver con más voltios, más sensores y muchísimos más corazones eléctricos!".